23 abril 2007

Tenía mucha locuacidad y hablaba de una forma directa y comprensible. Su personalidad era arrolladora, fulminaba con la mirada. Le caracterizaba su excesiva sinceridad. No sabía callar esa enorme boca por la que emanaba todo lo que su mente pensaba. Si había una gorda en el autobús sentía la necesidad de expresar sus pensamientos en voz alta. Ya estuviera sólo o acompañado irremediablemente,verbalizaba. Era algo compulsivo:
-Miren la foca que acaba de entrar.

Con grandes méritos llegó a ascender rápidamente. Le dieron un bonito despacho que tenía un gran ventanal con vistas al Retiro. Una secretaria que siempre llevaba una camiseta larga, unos leggins negros, unos zapatos negros de tacones interminables y un lazo con el que se recogía el pelo almidonado trabajaba con él. No soportaba su lazo. Las mallas ceñidas y sus zapatos taconeadores no le gustaban pero el lazo era insufrible. Cada vez que entraba en el despacho se le desviaba la mirada a los enormes puntos rojos que le llamaban, que le perturbaban.Tuvo varios ataques. Mometos de dolor intenso y punzante por sus arranques de sinceridad reprimidos.

Una mañana, mirando su formado trasero agitarse camino a la puerta, el pensamiento cruzado le desconcentró e inesperadamente alzó la voz para decir:

- Su lazo no es lo más adecuado para esta oficina, es chirriante para la vista y más parece usted una ratita presumida que una ejecutiva agresiva, algo a lo que, por otra parte, no creo que usted aspire.

La joven se dió la vuelta y sin perder ni un sólo segundo le respondió:

- Lo tendré en cuenta

Al día siguiente apareció en la oficina sin lazo, pero unos pantalones de grandes lunares verdes y amarillos se convirtieron en su atuendo habitual.
A partir de ese día, todas las secretarias de la empresa comenzaron a llevar pulseras con lazos de círculos negros y amarillos.

2 comentarios:

d.b dijo...

Tienes una gran dosis de observación de la realidad, se pone de manifiesto en la narración, hay intención, se nota, hay una verificación, no hay invención, es una maravillosa secuencia, es al cien por cien verosímil, hay precisión en los datos, creas empatía y sobre todo es creíble. Escribes bien, tienes método. Interesante. Además no abusas de los relatos. Luego están los perfiles, muy mostrativos, biográfico seguramente. Qué más puedo decir!!!!!!!!1

Unknown dijo...

Estoy contigo David. Me ha gustado mucho este minicuento, me parece que con pocas palabras ha explicado perfectamente cómo era ese tío tan cabroncete. La sinceridad no es una cualidad que se valore mucho hoy en día, pero casos como éste nos demuestran que no siempre es buena.