07 marzo 2007

YO, CLAUDIA -POR DAVID BLAZQUEZ

A Claudia solo le importa Claudia. La mueca de su rostro denota la infranqueable trascendencia que su ser oculta. La vida sin amar a nadie en una continua transformación quieta. Su corazón es de mármol, no heredado, construido por sí misma con el pasar de su niñez, y funciona en el caos para alimentarse a ratos, a impulsos irremediables de necesidad. Impuesta la frialdad por trinchera, en la paradoja desconocida tiene siempre presente el instinto de supervivencia mientras se autodestruye. Es de hielo anhelante, pero su fin es caliente, deshecha en el hombre que haga volar la estructura hermética que aún protege a sus sentimientos. Que no fluyan, se dice. Cuando duda pide consejo a las amigas para reafirmarse en sus actos. Revivir el dolor, el desarraigo, puede empañar con lágrimas sus ojos. Porque ella es guapa: la elegancia insensible creada a partir de la herida. En una de las venas que llevan a su víscera muscular clausurada, sita en el tórax, habita un valeroso caballero desde hace no muchos años. Él ya está cansado. No sabe cómo quitar más minas anti-personas de las que prohíben el paso a la gruta que todos los hombres persiguen y nadie alcanza, porque él tampoco llega a su corazón. La próxima sabe que será la última, la que estalle definitivamente y la aleje de ella. A su manera, él es amado por Claudia, pero no es el elegido. El ego de Claudia busca que la contemplen, pero en secreto pide auxilio al rechazo. Sabe que para que sus emociones dormidas despierten, para que ella vuelva a ser la niña cariñosa y feliz de antes, necesita a alguien que la ignore y la ame a la vez, que levante sus celos airados y la libere de la cárcel donde se halla recluida entre la confusión y el agobio. Ella es una dulce paloma que requiere ser abatida para después renacer como ave en su esencia más pura. Cuando eso pase, la muralla habrá sido destruida y Claudia será boyante con todos los hombres que quiera. Hasta el momento, hierve la distancia. Si se entrega, quién fuera ánima incorpórea para estar en su mundo.

2 comentarios:

Hannibal Lecter dijo...

Una poesía con forma de cuento. Muy bueno

Anónimo dijo...

Me ha encantado. Muy bonito.